El número de casos de enfermedades gastrointestinales trasmitidas a través de los alimentos está en aumento en el país. El lavado frecuente de manos y la manipulación adecuada de los alimentos es fundamental para prevenir la aparición de estas.
“Es posible encontrar un gran número de microorganismos presentes en el ambiente de los seres vivos, en el agua, el aire y el suelo. Los alimentos generalmente son el hábitat adecuado para el desarrollo y la proliferación de una variedad muy amplia de bacterias, mohos, levaduras, parásitos y virus. Estos microorganismos en condiciones sanitarias y de higiene deficientes, pueden desencadenar enfermedades gastrointestinales severas, con frecuencia mortales para el hombre”, explicó el médico general Roberto Salas Roa.
Las enfermedades gastrointestinales se producen cuando hay un desbalance entre los factores defensivos y agresivos del tubo digestivo resultando en una enfermedad con diversos síntomas.
“En los niños los síntomas más comunes son náuseas, vómitos, diarrea, dispepsia (flatulencia, regurgitación, acidez). Producto del desbalance en el tubo digestivo se produce un aumento de los denominados factores defensivos, originando sustancias en exceso que dañan al organismo y tenemos las enfermedades autoinmunes como colitis ulcerosa, enfermedad de crohn y enfermedades alérgicas”, comentó el galeno.
Así aparecen las enfermedades infecciosas (bacterianas: e.coli, salmonella, etc.), tóxicas (toxina botulínica, estafilocócica), transgresiones alimentarias.
Estas se producen por mala manipulación e interrupción de cadena de frío y por exceso de ingesta en el caso de las transgresiones.
Factores de riesgo
Ciertamente están más expuestos los pacientes pequeños, junto a ellos los adultos mayores y algunos adultos con patología de base (diabéticos, inmunodeprimidos, con otra enfermedad agregada).
“Un porcentaje importante de infecciones gastrointestinales es producido por bacterias como la escherichia coli, estos microorganismos presentan variedades genéticas patógenas, especies que producen toxinas altamente peligrosas que pueden desencadenar un síndrome urémico hemolítico, llevando al paciente a una falla multisistémica, que de no ser tratada a tiempo, puede traer consecuencias fatales”, indicó Salas Roa.
La E-coli, puede crecer en una amplia variedad de ambientes entre los 4°C y los 64°C, y se traslada, en la mayoría de los casos, a través de los excrementos, por lo tanto, es considerado uno de los gérmenes más importantes en indicadores de contaminación fecal de aguas, frutas, verduras, carnes, lácteos y toda clase de víveres del consumo diario.
“En la actualidad el número de casos trasmitidos por alimentos está en aumento, y en algunas regiones del país representan un factor crítico de mortalidad en poblaciones susceptibles como la infantil y la adulta mayor”, concluyó Roberto Salas Roa.
Recomendaciones
-Conserve los alimentos en un lugar fresco. Evite el contacto con las manos sucias.
-Una vez cocinados los alimentos, consúmalos lo antes posible. Procure mantenerlos en un mismo ambiente.
-Tenga cuidado en el manejo de la cadena de frío. Verifique que no presenten síntomas de descomposición.
-Hierva los alimentos a una temperatura mayor a los 70 grados centígrados. Ante la presencia de diarrea y dolor abdominal constante, consulte de manera inmediata en las instituciones de salud.
– Higiene y preparación adecuada de alimentos.
– Evitar comer en la calle o en lugares poco higiénicos, cerca de animales o de personas cuya higiene evidentemente es mala.
– Lavar las manos antes de comer y después de ir al baño.
– Hervir el agua y dejarla reposar durante media hora o tomar agua embotellada.
– Lavar bien frutas y verduras y desinfectarlas con unas góticas de cloro antes de enjuagarlas bien.
– Revisar bien las fechas de caducidad y calidad de los empaques de los alimentos que se consumen.
– Comer tres veces al día, sin exagerar e incluyendo alimentos de los tres grupos, frutas y verduras que contengan fibra y tomar dos litros de agua diariamente.
Síntomas
– Fiebre.
– Dolor estomacal o abdominal (cólicos).
– Náuseas.
– Vómito.
– Diarrea.
– Constipación o estreñimiento.
Los órganos que son afectados con mayor frecuencia son: el esófago, el estómago, el duodeno, el ano, el recto, el páncreas y los intestinos, delgado y grueso.
Noticia de: cronicadelquindio.com