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Probióticos: lo feo, lo malo y lo bueno

La demanda por parte del consumidor por los productos naturales se ha incrementado notablemente en la última década y esto se refleja en el inmenso interés por los probióticos (PB), que son considerados útiles para una variedad de condiciones médicas. Actualmente millones de personas en todo el mundo los consumen diariamente para obtener posibles beneficios para su salud, En el año pasado la venta de estos productos en los Estados Unidos generó 1.1 millones de dólares. Los PB son microorganismos vivos que, cuando se consumen pueden mejorar el equilibrio microbiano principalmente en el tracto gastrointestinal.

Lo feo: demasiadas expectativas y muy poca eficacia confirmada científicamente.

Hasta hace poco tiempo no estaban regulados, pues no se lograba ubicarlos en una categoría específica. ¿Eran los PB suplementos dietéticos o alimentos funcionales? Acaso se podían considerar medicamentos o eran productos que merecían un grupo independiente. Hoy, la FDA los considera como suplementos alimentarios, y no están sujetos a las estrictas regulaciones de los fármacos. A pesar que la mayor parte de los estudios para promover sus efectos benéficos han sido liderados por la industria alimenticia, para agregar valor a sus distintos productos, como leches en polvo y líquidas, yogurts y otros productos lácteos, la industria farmacéutica ha logrado colocar en el mercado algunos PB concentrados en cápsulas o ampollas, de mayor duración y efectos más seguros. Y la Medicina se ha involucrado en estudios clínicos demostrando que es de vital importancia identificar el tipo de bacteria, la dosis y el tipo de paciente.

La popularidad de los PB va desde mejorar la piel (crema de afeitar con probióticos) hasta curar el autismo o prevenir el cáncer. Vale la pena enfatizar que para que actúen los PB deben reunir dos condiciones: ser microorganismos “vivos” y ser “ingeridos” para conferir cierto beneficio en el único sitio que ejercen alguna actividad, el tracto gastrointestinal. Los estudios clínicos aleatorios no han demostrado hasta la fecha que sirvan para tratar otras patologías intestinales como síndrome del intestino irritable, gastritis por Helicobacter pylori, colitis ulcerosa crónica, enfermedad de Crohn, el cólico del lactante o en alergias. Si bien, al respecto hay muchos estudios en marcha, por el momento son preliminares y aún requieren confirmación de su eficacia. A pesar de su uso tan generalizado y cada vez en mayor aumento, los PB han demostrado ser moderadamente eficaces en apenas dos ensayos clínicos aleatorios para el tratamiento de la gastroenteritis viral aguda en niños sanos y para prevenir la diarrea asociada a antibióticos en niños sanos.

Lo malo: Su uso y venta no están regulados y a pesar de ser considerados seguros, en ciertas situaciones pueden no serlo.

Si bien una larga historia de seguridad ha contribuido a la aceptación generalizada de los PB, éstos no están exentos de efectos adversos como flatulencia, estreñimiento y distensión abdominal. Se han reportado casos relacionados con endocarditis, bacteriemia y fungemia. Dado que contienen microorganismos vivos, los pacientes que están inmunodeprimidos, o tienen graves comorbilidades subyacentes, o están gravemente enfermos o tienen síndrome de intestino corto pueden ser más susceptibles a infecciones causada por estas bacterias por lo tanto estos individuos no deben recibir este tipo de producto. Los preparados que contienen S. boulardii están contraindicados en pacientes con alergia a la levadura y los que contienen especies de Lactobacillus están contraindicados en pacientes con hipersensibilidad a la lactosa o leche. A esto hay que añadir la translocación bacteriana, la transferencia de resistencia a los antibióticos en la flora gastrointestinal y los efectos tóxicos o metabólicos en el sistema digestivo.

Lo bueno: El número de publicaciones científicas sobre PB se han duplicado en los últimos años contribuyendo a un mejor entendimiento de estos productos.

Todavía es necesario un mayor número de estudios clínicos que demuestren las fortalezas y debilidades de estos productos. Afortunadamente muchos estudios científicos al respecto están en marcha, y probablemente éstos contribuirán a establecer guías basadas en la evidencia y consensos con respecto a su uso, pues aún no se ha determinado la dosis óptima, la duración y el modo de presentación de los PB, ni tampoco el tipo de paciente que se beneficiaria de estos productos. Esto sugiere que por el momento sólo se debería prescribir PB con fórmulas evaluadas, en ensayos clínicos controlados. No obstante quedan muchas preguntas aún sin responder en relación con su eficacia y su uso.

Noticia de: vistazo.com

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