Hoy en día se ve un incremento de la enfermedad en Latinoamérica y Asia del Norte.
Jóvenes entre los 17 y 40 años presentan cada vez más Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII).
Esta inflamación crónica, persistente, recurrente e incurable del tubo digestivo engloba múltiples dolencias, como la colitis ulcerativa (CU), que afecta el colon y produce ulceraciones, sangrados y diarreas; la enfermedad de Crohn (EC), en cualquier parte del tubo digestivo, desde la boca hasta el ano, y fuera de causar ulceraciones, sangrados, diarreas y anemia, tiene una capacidad de producir fístulas, obstrucción y hasta cáncer, por tanto, puede producir una dramática reducción en la calidad de vida.
La EII inicialmente fue descrita en países desarrollados de Europa y en Estados Unidos, pero hoy en día se ve un incremento en Latinoamérica y Asia del Norte, entre otras regiones.
Si bien existe una predisposición genética, con un trastorno del sistema inmune que reacciona de una manera inadecuada ante un factor del contenido del intestino que podría relacionarse directa o indirectamente con las bacterias, también es clara una estrecha relación con el consumo de dietas industrializadas.
Para el médico gastroenterólogo español, Fernando Gomollón García, “la EII aparece más en los países que van teniendo más desarrollo económico, por tanto, Colombia es uno de ellos y se va a implementar cada vez más.
En general, es claro que existe un conjunto de factores que se relacionan con la genética de la población, el contacto con el medio ambiente y cómo nos alimentamos.
Todo esto determina que la respuesta inmunológica del intestino sea diferente a la de antes y logra que se presenten más regularmente estas enfermedades.
Colombia tiene “mayor frecuencia de colitis ulcerativa que de enfermedad de Crohn, pero últimamente se ha visto un incremento de esta última”, advierte Albis Cecilia Hani, presidenta de la Asociación Colombiana de Gastroenterología.
“Por eso, insiste, es importante que todo el cuerpo médico conozca, no solamente qué es y cómo es su origen, si no también cómo se diagnostica”.
Según la sintomatología (sangrado digestivo, dolor abdominal y pérdida de peso), el médico general puede hacer ese diagnóstico. Luego, remitir al especialista, quien será el responsable del manejo de los pacientes con esta problemática.
Cómo tratarla
Después de una serie de pruebas (análisis coprológicos y de sangre, algún tipo de radiografía o tomografía o resonancia magnética y endoscopia) se confirma si se trata de EII y se define el tratamiento, que suele ser “a base de salicilatos, corticoides, inmunomoduladores y agentes biológicos que, en los últimos años, presentan importantes adelantos”, comenta Felipe Franco Baena, médico Internista y Gastroenterólogo de la Clínica Las Vegas de Medellín. Los salicilatos, por ejemplo, requieren menos número de tabletas por día, con esquemas más amigables para los pacientes.
En los corticoides se han registrado también avances importantes, porque se han desarrollado productos que actúan en la zona intestinal con menos efectos adversos.
“Es importante indicar que el manejo va de acuerdo con la sintomatología, el tipo de afectación y la severidad misma de la enfermedad. Por consiguiente, todos estos factores le van a indicar al médico el tipo de procedimiento a seguir en cada caso”, advierte Hani.
Y, además de estas medicinas resulta fundamental el apoyo personal, social y familiar al paciente. Por lo demás, debe tratar de llevar una vida normal, su alimentación regular y ejercicio adecuado, es decir, tener un estilo de vida saludable.
Consenso sobre la enfermedad
Desde la Asociación Colombiana de Gastroenterología se lideró la realización del primer consenso colombiano sobre EII.
Un esfuerzo mancomunado de las diferentes especialidades que agrupa la gastroenterología en Colombia, y muy importante si se tiene en cuenta que “se está viendo cada día más y de forma frecuente un número creciente de pacientes jóvenes con esta enfermedad”, dice Juan Ricardo Márquez, coloproctólogo de la Clínica las Américas de Medellín.
El consenso se convierte en una herramienta fundamental para que el ejecutivo pueda entrar a legislar sobre esta enfermedad que es de alto costo, y para ello tiene que apoyarse en expertos que lo asesoren sobre el manejo de la misma.
Pero, es clave que el paciente consulte a tiempo y que no confundan (ni él ni su médico) esta enfermedad con otras como el síndrome de intestino irritable. Se trata de otro tema, que igualmente amerita atención y cuidado, a partir de un diagnóstico preciso.
Noticia Sacada De: eltiempo.com